Espinete: Tras las huellas del mito

Es relativamente normal pensar que una noche una conversación pueda degenerar hasta cuestionarse la sexualidad del entrañable Espinete.

Es algo extraño que una persona supiera que la persona que estaba dentro de él para moverlo era una mujer (¡canibal!).

Es bastante extraño que una de esas cabezas enfermas, la mía, se ponga a buscar si otras personas han tenido las mismas cuestiones que surgieron aquella noche.

Lo que es algo excepcional es encontrarse con este texto que responde a las dudas que todo humano deberia tener sobre Espinete. ¡Disfrutad!:

Espinete es un puercoespín rosa que podría equipararse a Roberto Dueñas tanto en altura como en atractivo físico. Espinete es, aparentemente, una mente infantil o en su defecto un retrasado mental, a juzgar por el trato que le dispensan los demás, por sus juegos con otros niños, y por su manera de comportarse. No obstante, Espinete vive emancipado de sus padres (probablemente emparentados con el Fary y con el puercoespín con sombrero mexicano del anuncio chorra ese de seguros o de desesperación en grado explícito), en una destartalada casa de color verde que dudamos que alguien haya diseñado sin ser japonés en huelga de creatividad.

Espinete guarda una extraña amistad con otro mutante de aspecto aún menos agradable llamado Don Pimpón, una forma de vida claramente adulta, porque no va al cole y tiene barba (nota del corrector: yo también tengo barba, no voy al cole y mi condición como adulto es puesta en duda constantemente por mamá). Espinete va desnudo por la calle pero se pone un pijama para dormir, gorro con borla incluído. ¡¿Es que soy el único que lo ve raro?!

Por más que lo pienso, no entiendo cómo una generación de niños puede tragarse todo eso sin acabar matándose unos a otros, escupiendo líquidos verdes o viendo dibujos animados de bichos de colores con pantallas en la barriga que repiten las cosas tres o más veces. Aunque los Teletubbies son una progresión lógica: en los 80 teníamos a la versión rosada de Sonic, a principios de los 90 teníamos a un gato de color azul con una bolsa en la panza, es normal prever la llegada de cuatro individuos de colores con monitores por estómago cuya inteligencia es cualquier cosa menos estimulante. Aunque resulta hipnótico a veces.

"Welcome to the freak show..."

Yo no puedo dar crédito a que un bicho de semejantes condiciones y paranoia mental pueda convivir alegremente en Barrio Sésamo. Poco después los creativos de Televisión Española (si, creativos, he dicho creativos!!) se percataron de la laguna entorno al fenómeno y en su siguiente bicho, Yupi, buscaron remedio para curarse en salud. Para ello, se sirvieron del popular “efecto Star Trek”, que viene a decir que cualquier cosa extraña que aparezca durante la emisión es un producto del vasto espacio exterior, inexplorado y desconocido, por lo que no admite réplica, sin importar lo absurdo que parezca. El nuevo Espinete era Yupi, un oso de peluche extraterrestre que venía acompañado de Astraco, la versión galáctica de Don Pimpón. Debo admitir que como mínimo invirtieron algo de dedicación en procurar una explicación relativamente plausible: ya que no sabemos qué aspecto tienen los extraterrestres, es posible que la pinta de atontao sea un rasgo inherente a su pueblo y que esa irritante costumbre de entonar himnos entorno a letras del abecedario sea un identificativo étnico.

En cualquier caso, y esto es seguro, Espinete carecía de toda explicación lógica. Dejando de lado el principio startrekiano, ¿era un mutante? ¿Un vástago de erizos venido a... a más? ¿El siguiente paso degenerativo de la duquesa de Alba? Presupongamos que un portento de la naturaleza de esas características (no, no hablo de Brianna Banks) quiere instalarse en nuestro barrio. ¡¿De dónde saca una casa?! ¡¿De qué come?! ¿Tiene la nacionalidad española y le ampara la Constitución? Es de prever que un bicho de esas proporciones físicas zampe proporcionalmente a su tamaño, por tanto necesitará ingentes cantidades de alimento que llevarse al gaznate. ¡¿De dónde saca el dinero?! Por otro lado, Don Pimpón no ejerce como autoridad paternal, por tanto el espantapájaros rosa crece en un vacío pedagógico que le puede conducir irremediablemente a la ruina personal, a probar menús experimentales en McDonalds, a participar en telefilmes sobre niños enfermos y desastres naturales, o a ser un forajido con púas. Lo tiene francamente chungo, porque si se decide a atracar un banco, una media en la cabeza no creo que salvaguarde su identidad, pobre animal.


"Los trastornos de personalidad son evidentes"


Sin embargo, dedica gran parte de su tiempo a jugar con otros muchachos del barrio, algo que dice poco en favor de los padres de Barrio Sésamo. Imaginemos que Espinete tropieza mientras juega a fútbol con los demás críos y se cae encima de algún mocoso. Lo más probable es que el niño despierte del coma en un país dónde se venera a las vacas y se habla el mandarín. Los demás niños crecerán deseando construirse una chabola verde y cantar canciones chorra todo el día. Lo frustrante es que mientras Michael Jackson es procesado por jugar inocentemente con unos cuantos mozalbetes , Espinete escapa a las redes de la justicia y sigue disfrutando del paraíso fiscal que parece ser Barrio Sésamo (que yo sepa el puercoespín no tributa como el resto de ciudadanos). Es decir, si accedemos a creer que el energúmeno rosa está en una fase infantil y por ese motivo no trabaja ni paga impuestos... ¿por qué vive solo? ¿Por qué no lo escolarizan como está marcado por ley? ¿Por qué no es entregado a las autoridades estadounidenses para ser estudiado como amenaza potencial?

Aparte del entorno social y las condiciones de vida de Espinete, a mi me surgen dudas enraizadas en la simpleza más evidente: ¿cómo mea Espinete? Es un erizo cerrado herméticamente, y no se le aprecian apéndices u orificios susceptibles de ser identificados como partes genitales. Se presume que los niños no barruntarán sobre los métodos reproductores del gigante rosa, pero la ausencia de un sexo definido confundirá a las mentes poco desarrolladas y las convertirá en adultos inestables que escriben textos sobre personajes de televisión como hace un servidor. La reproducción queda relegada a la clonación, a no ser que se reproduzca por esporas o deje a las erizas embarazadas sólo con mirarlas, como a la Virgen María o a mi vecina del cuarto (aunque su padre no acaba de creérselo, y no dudo de la fe de San José, pero los cuernos ya existían en Palestina hace dos mil años). Desde aquí esperamos que sea realmente alguien impedido en ese aspecto, no vaya a ser que tengamos a un regimiento de mutantes de color salmón canturreando con los kioskeros por nuestros barrios.


"El pasado de Espinete y Don Pimpón se encuentra con
Angel Cristo y Yola Berrocal: en el circo"


Por otro lado, Don Pimpón debe ser un capo de la mafia siciliana, que habita Barrio Sésamo bajo algún tipo de programa de protección de testigos. Las evidencias lo confirman: nadie llevaría un nombre de pila como Pimpón por gusto, sólo una mente enferma que no necesita mantener la autoestima lograría sobrevivir durante la etapa del EGB y a la crueldad de otros niños. El título preferencial de “Don” indica que es alguien relevante en su sociedad, alguien respetado. Si unimos respeto con mente enferma, y además le ponemos una mascota idiota como un loro o un gato (véase el Dr. Mad del Inspector Gadget, por ejemplo), obtenemos a un super-villano. Un erizo idiota cuadra con el requisito mascotil. Está claro, es un capo. Siciliano. De la mafia. He dicho.

Pero a cada paso que damos para descubrir la auténtica naturaleza de Espinete, surgen nuevas incógnitas que nos sumen aún más en el claro desconocimiento sobre el personaje que merendaba con la generación de los 80. ¡¿A qué degenerado se le ocurrió poner a semejante elenco de protagonistas para una serie infantil?! Otro día hablaremos de Caponata, que también se las trae...


 

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